Palabras clave que resumen la gestión de las RELACIONES PÚBLICAS

Palabras clave que resumen la gestión de las RELACIONES PÚBLICAS

El término Relaciones Públicas suele usarse con mucha facilidad en el ámbito empresarial, no obstante y de lo que he visto, me queda la duda de si realmente saben lo que es y lo que no es, puesto que hasta el día de hoy, en pleno siglo XXI y en plena cuarta revolución de la comunicación digital, se las suele confundir con otras disciplinas que en lo absoluto nada tienen que ver.

En los anuncios de algunos gestores de talento humano, por ejemplo, queda claro que no tienen idea del tipo de profesional que necesitan en su intento por reclutar personal con este perfil, el de un relacionista. 

Las relaciones públicas no son ventas, atención al público, recepción al cliente, propagandismo, etc. Son algunas las palabras clave que resumen el oficio de un Public Relations Officer: credibilidad, confianza, reputación, buena voluntad, prestigio, opinión pública e imagen, todas estas palabras que implican gestión son el fin último de las relaciones públicas, por lo tanto, son un medio y no un fin en sí mismas. Habrá, sin duda, quien las use maquiavélicamente.

Las relaciones públicas poseen bondades naturalmente estratégicas

Lo que si son las relaciones públicas

Al margen de toda discusión bizantina, todo aquello que apunte al buen nombre, a la buena voluntad -en inglés, el goodwill-, a la credibilidad, a la buena reputación, a la notoriedad y al reconocimiento público de cualquier persona natural o jurídica, eso es relaciones públicas.

Las relaciones públicas, bien pudieron nacer en el momento mismo en el que Aristóteles sentó las bases de su tratado sobre persuasión, 800 años antes de Jesucristo, me refiero a su famosa tríada: ethos, pathos y al logos. Sin la gestión del ethos: buen nombre y credibilidad, pocas son las opciones de que cualquier sujeto o agente susceptible de relaciones públicas quede libre del escarnio público. Pero, ¿quién de verdad así las entiende? Habermas, el filósofo crítico de la escuela de Frankfurt, las denostó, insinuando que podrían ser una suerte de comunicación falseada comparándolas con la propaganda política, y hasta cierto punto no se equivocó, pues se ve a menudo como algunos spindoctors, usan algunas tácticas de relaciones públicas de manera falseada y fraudulenta con el único de fin de conseguir objetivos poco éticos, como sucede muchas veces con el lobbismo. Los lobbistas, peyorativamente hablando, son aquellos cabildeadores a quienes se les paga para hacer empleo fraudulento de las relaciones públicas con el fin de desorientar a las audiencias o públicos de interés, encuadrando estados de opinión, recurso muy utilizado en política.

Muchos pueden hablar de relaciones públicas, muchos las pueden citar e incluso las pueden incluir en una estrategia de comunicación integral sin conocer su verdadera dimensión. Otros, con algo de sensatez, tercerizarán sus servicios, de cualquier modo, y lo que resta por saber es si las relaciones públicas en nuestro medio, han sabido sobrellevar el síndrome del iceberg del que padecen, gracias al aporte de profesionales formados en el periodismo o en el empirismo que las han reducido a su lado estrictamente operativo e instrumental, desconociendo sus bondades naturalmente estratégicas.